martes, 20 de septiembre de 2011

Algunos escritos de nuestros talleristas de Literatura Erótica


Del azul, amarillo, gris y rojó punzó…
Como todas las mañanas, caminó ligero, verde y con paso decidido… Era temprano aún pero quería llegar antes de que ella se fuera. Como todos los dias, desde aquel primer día azul que la descubrió, encontrarla era su obsesión
La sonrisa, la mirada, el calido “buen día” de esa pequeña escultura violeta, voluptuosa y firme, generaban en él un cosquilleo único, intenso, jamás experimentado.  Hubo otras antes, incluso más mas esculturales, más voluptuosas, más firmes, más violetas… Pero nunca fue así.
La piel era infernal. Naranja. Y le decía que se pertenecían.
Ese día, caminó pensando en verla. Como todos los días, desde aquel primer día azul. Sin embargo, no la encontró. No estaba. No aparecía. No.  
Levantó su balde, sus brochas, sus lijas - le pesaron como nunca- y subió. Entro, como todos los días, al departamento incoloro, vacío. Esta vez, el pintor no quiso escuchar radio, y el eco del silenció lo copó. Acomodó su escalera, el balde lleno de pintura roja y su brocha. Con todo dispuesto, comenzó a dar las primeras pinceladas junto a la ventana blanca. Y el olor a pintura que comenzó a impregnar el lugar, lo obligo a abrirla. 
Se asomó al afuera. Y vió que era un día muy amarillo, tanto que por un momento, olvidó su mañana gris. Levantó su cabeza, miró el paisaje. Y la vio. Transparente. Ahí. En la ventana del edificio de al lado. Estaba sentada frente a un espejo, peinando su cabellera marrón. Su bata verde agua la cobijaba. Ahora de pie, de espaldas a la ventana, soltó la bata… Y la dejó caer. Y sin más, caminó… Curvosa. Hombros derechos, altos, perlados. Su cintura, estrecha. Y un abajo generoso… Bien mujer.
Él creyó ver el arco iris. Y con la brocha en su mano, sobre la pared, de bordó, la recorrió…. Su fina nuca insinuada tras el pelo recogido. La espalda delineada con su roja manzana por final, y sus lonjas turquesas como el mar, que con su ir y venir, invitaban a entrar…
Ella avanzó uno pasos. Tomó del placard una camisa blanca. Y giró. Y el pintor creyó desmayar. Pero en vez, la pintó. Sus verdes esmeraldas le apuntaban desafiantes. Con su brocha, y sin titubear, él se les animó: las subió, las bajó, las rodeó… Y otra vez, las subió, las bajó, las rodeo....
Tanto la acarició su brocha, tanto la dibujó, tantó… que aquel roce rosado la estremeció. Y ni tan avergonzada, ni tan arrepentida, levantó su vista. Lo miró. Y sonrió….
Desde ese día, cuentan, nadie nunca más volvió al departamento. Alli quedaron oxidados e inmóviles, una escalera, un balde y una brocha grises junto al dibujo coloreado de un cuerpo desnudo de mujer.
Desde día, aseguran, alguien cambió una brocha por un pincel, un balde por una paleta y un encuentro, por un amor. 
María Espagnol
Explorador


Almas exploradoras

Momentos sublimes y escasos
aquellos en los que desplegamos,
auscultando un iris
palpando estremecimientos
lamiendo un corazon
el sublime y escaso
arte de la exploracion.

Claudio Arce
septiembre 2011

El  escritor

Nuestros cuerpos enlazados
escriben en la cama
lo que nunca vamos a decir!
La hoja en blanco de las sábanas
tiene los borrones de la pasión.
A veces me convierto en papel
y me dejo dibujar por tu lápiz!
Siempre es un poema de amor.

Claudia Ponce

Carpintero enamorado

Hoy me he propuesto, replicar tu cuerpo

En noble madera lo habré de tallar…

Por darle formas a tu bella imagen,

¡Cálido instrumento te ha de acariciar!

Seré un amante…..” Eros “  carpintero

A quien embelese tu sensualidad,

Y en carnosos labios, senos turgentes

¡Lucirá tu estampa como una deidad…!

Cuando culmine mi obra maestra

Un soplo de vida le quisiera dar

Pues los encantos que la han inspirado

Lucirán intactos...para enamorar !
                                                             ángeluz


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